BIENVENIDA A ESTA PAGINA DE DEBATE POLITICOSINDICAL

Ante los nuevos tiempos de retrocesos de la CLASE OBRERA,perdida de derechos historicos,el envalentonamiento del capital,despues de la caida del estalinismo,la clase obrera se ve agredida por una burguesia cada vez mas insaciable ante el inmovilismo y falta de alternativa de nuestros partidos de izquierdas.Los instrumentos clasicos de defensa de los trabajadores,los sindicatos,han abandonado la posibilidad de la transformacion social y han hecho de los mismos meros aparatos de servicios y burocracia al servicio de unos espabilados,que en sus metas,esta el hacer del sindicalismo su profesion

CONTRA LA BUROCRACIA SINDICAL

CONTRA LA BUROCRACIA SINDICAL
POR UN SINDICALISMO COMBATIVO, DE CLASE Y DEMOCRATICO

domingo, 15 de febrero de 2009

EL VIEJO MARX, RESUCITADO

LA VERDAD ES QUE EL DIARIO EL PÚBLICO ES UN MANÁ, COMO MARXISTA, NO TENGO NECESIDAD DE ESTRUJARME PARA DESARROLLAR MI PENSAMIENTO.
EL ARTICULO QUE AQUI PUBLICO, ES SUMAMENTE INTERESANTE.
AUTOR: JOSÉ A. GONZÁLEZ CASANOVA, Catedrático de Derecho Constitucional y escritor.



Mientras la juventud soviética eludía la lectura obligatoria de El Capital por aburrida, los universitarios de aquí nos empachábamos de él por una sincera voluntad de revolución democrática anticapitalista. Quien aireó las tesis marxistas no fue, oh paradoja, el Partido Comunista de España, sino el falangismo desengañado de Francisco Franco y cristianos de base, curas incluidos. Con la caída del régimen soviético, Marx desapareció de nuestras bibliotecas; no asi en la extinta URSS, donde los nuevos cachorros del capitalismo salvaje devoran El Capital para aplicar mejor la lógica del sistema. Con la democracia, Felipe Gonzalez conminó al Partido Socialista a abjurar del marxismo, y los católicos marxistas tornaron a las catacumbas. El sociólogo Salvador Giner ve como paradigma de la actual desmoralización ciudadana su desinterés más absoluto por el marxismo y el cristianismo social.

Pero, hete aquí que la escandalosa crisis financiera mundial ha puesto de relieve lo profético del análisis marxiano en sus afirmaciones esenciales. Marx no es un teórico del marxismo, sino del capitalismo. Se baso en la fisiocrasia francesa ( Quesnay, Turgot ) y en la económia politica, es decir, nacional-estatal, del liberalismo clásico anglosajón ( Smith, Ricardo ), del todo opuesta, por basarse en el control político del mercado, al " neoliberalismo" salvaje de los Reagan, Thatcher y Aznar. Como Indalecio Prieto, Marx pudiera haber dicho: " Soy socialista a fuer de ser liberal ", porque los fundadores de la economía clásica  fueron en realidad unos socialdemocratas avant la lettre.

Para el filósofo alemán, la verdadera libertad exige democracia y esta es incompatible con el capitalismo. El capital oligárquico rompe la igualdad social y deja sin poder político efectivo al supuesto pueblo soberano en el seno de una sociedad clasista, basada en la apropación privada minoritaria de unos bienes de los que depende, irracional e injustamente, el trabajo y la vida digna de millones de personas. Esa sería la contradicción radical del capitalismo, que le llevaría a morir de éxito. Obligado por su lógica interna de crecimiento ilimitado del lucro a costa de la fuerza del trabajo, la mundialización de su poder ( a la que por fin ha llegado ) se volverá impotente, pues el expolio le dejará sin objeto expoliador: una humanidad miserable o el planeta mismo. ¿ Acaso no lo demuestra, como anticipo, la presente quiebra del casino financiero especulador ante el impago de un público azuzado al consumismo y a hipotecar su vida para que el capital no sufra su otra contradicción suprema: la superproducción invendible, aquella que la gente no puede comprar con el salario que recibe, es decir, la famosa plusvalía del capitalista denunciado por Marx.?

En el Manifiesto Comunista de 1848 ya se advirtió a la burguesía del suicidio a que se abocaba sin unas reformas nada comunistas, hoy más bien socialdemócratas. El comunismo sólo era el fantasma amenazante de tal haraquiri, pues, para Marx, significa simplemente el no-capitalismo. El capital aprendió la lección, acudió al erario público de los explotados por la plusvalia y, gracias a la socialdemocracia, puso el parche de un presunto welferestate que impidiera la revolución social. Ahora, en Davos, al capital sólo le preocupan los disturbios masivos de las víctimas de la crisis.

Es significativo comprobar que la ideología del capital se ha impuesto de tal modo que yo no conozco ningún análisis de la crisis actual que vaya al fondo de la cuestión. Los economistas dan por bueno el sistema en si mismo, pues creen, errónea o cínicamente, que responde a las leyes cíentificas, eternas e inviolables, de una economía abstrata y matemática; no, como demostró Marx, al servicio justificante de unos intereses históricos minoritarios, egoístas e injustos, que han producido y producen auténticos genocidios cada vez más extensos. Todo el debate actual gira sobre excesos, fallos y corrupciones accidentales de unos simples ejecutivos codiciosos, no impedidos suficientemente por el absentismo de los poderes públicos. Si se corrigiesen, el capitalismo bueno, el clásico, volvería a funcionar. Bastan unas meras reformas de su funcionamiento y el pago de sus errores a bancos con grandes beneficios o botines, y a empresas antisociales mediante mayores impuestos y reducción de servicios públicos básicos a las clases medias y subalternas, justo los más expoliados.

Esto resulta tan incoherente como culpabilizar a la COPE absolviendo a los obispos. Y es que los Estados sufren el chantaje capitalista del sindrome de Sansón. Si se somete el poder económico del capital al democrático, le pasará a la ciudadania lo que al gigante bíblico: derribó las columnas del templo, pero acabó sepultado bajo sus ruinas.

Pese a todo, la resurrección de Marx, dado por muerto con el final de la Historia, nos recuerda la popular frase del Tenorio: " los muertos que vos matáis gozan de buena salud.

viernes, 13 de febrero de 2009

QUE SE PODÍA ESPERAR, VAYA SECRETARIO GENERAL TENIAMOS EN CC.OO

domingo, 1 de febrero de 2009

BUENA PRENSA ( Segundo árticulo )

BELÉM FRENTE A DAVOS ( Carlos Taibo, profesor de Ciencia Politica en la Universidad Autónoma de Madrid )





Los últimos días de Enero son, desde un tiempo atrás, el momento en que se enfrentan dos visiones del mundo y de sus problemas: si la primera se revela en un cónclave paraoficial, en Davos, la segunda, el Foro Social Mundial, ha aterrizado este año en la ciudad brasileña de Belém.



Era inevitable que, como van las cosas, las dos reuniones se hiciesen eco de una crisis que está en todos los labios. En Davos, por lo pronto, hemos podido escuchar qué es lo que nos cuentan- luego de pagar los 40.000 euros por cabeza perceptivos para asistir a la reunión, una suma muy superior a la que ingresa a lo largo de toda su vida la mitad de la población del Planeta- los adalides del capitalismo, repartidos, si asi se quiere, en dos bandos. El primero bebe del odre neoliberal y en los hechos se contenta con sugerir que hay que cancelar ciertos abusos que han despuntado en los últimos tiempos. A estas alturas, distinguir el neoliberalismo de los abusos acompañantes se antoja, sin embargo, tarea propia de necios, tanto más cuanto el capitalismo realmente existente, incapaz de resolver sus problemas, promueve con descaro impresentables operaciones de reflotamiento de empresas realizadas con el dinero de todos.



Pese a las apariencias, a la segunda percepción, la Keynesiana, no le va mucho mejor. Recuérdese que los socialdemócratas de estas horas, tras acatar durante decenios la vulgata neoliberal, están pagando los platos rotos de la mano de restrincciones presupuestarias sin cuento. No es eso, con todo, lo importante: los Keynesianos de las últimas hornadas ignoran palmariamente que el planeta arrastra inapelables límites medioabientales y de recursos. Cuando apuestan a la desesperada por tirar por el consumo, cuando se inclinan por acometer la construcción de faraónicas infrastructuras que nadie sabe quién podrá emplear dentro de unos pocos años- tras la subida inevitable, antes o después, los precios de la energía- retratan bien a las claras los vicios del cortoplacismo que nos inunda. Sólo los más ingenuos creen, entre tanto, que semejante huida hacia delante econtrará su freno al amparo de un Kenysianismo verde que, hablando en serio, no se vislumbra en lugar alguno.



Pero olvidemos el hastío que produce Davos y evaluemos lo que nos llegá de Belém. EL momento para los movimientos que contestan la globalización Capitalista es, a la vez, estimulante y delicado. Si, por un lado, sus mensajes encuentran hoy un caldo de cultivo más amplio, por el otro, deben encarar una tramada estrategia de amendramiento que invita, desde las instancias oficiales, a renunciar a la protesta en provecho de la perservación de la relativa condición de privilegio de la que una parte de la población planetaria disfruta. Es verdad, por lo demás, que en los movimientos perviven diferencias importantes. Hay quienes piensan, por ejemplo, que la prioridad mayor sigue siendo engordar las redes de contestación y convertir estas en fermento de una sociedad distinta, como hay quienes estiman que lo que se impone es ejercer influencia sobre otros y, en particular, sobre gobiernos más o menos receptivos.



Más allá de esas disputas, los movimientos han asumido en los últimos meses una inequívoca radicalización que tiene su principal botón de muestra en el designio de transcender la contestación, a menudo demasiado cómoda, del neoliberalismo para acometer una crítica en toda regla de un Capitalismo que se considera, por una parte, generador de explotación e injusticia y, por la otra, promotor de salvajes agresiones contra el medio. En relación con la primera de estas dimensiones, nada se aleja más de la verdad que la afirmación de que el universo antiglobalizador está desafortunadamente lejos del MOVIMIENTO OBRERO. Mientras en muchos países del Sur el sindicalismo resistente se halla, claramente, del lado de ese Universo, en el Norte tenemos que preguntarnos si no son muy a menudo "" las cúpulas sindicales"" tradicionales las que, en una deriva lamentable, y tras aceptar lo inaceptable, han obligado a las redes antiglobalización a asumir un creciente protagonismo en las luchas contra las privatizaciones, el desempleo o el trabajo en precario.



Las cosas como fueren, la mayoria de las gentes que se han hecho presentes en Davos- por cierto que no hay motivos para concluir que entre ellas menudean los admiradores TONTORRONES DE OBAMA- son conscientes de que, junto a la crisis que hemos etiquetado de financiera, se aprecian otras tres singularmente preocupantes: se llaman cambio climático, encarecimiento de los combustibles fósiles y, en fin, sobrepoblación.



La urgencia de colocar en primer plano los problemas correspondientes ha estimulado, en los movimientos radicados en el Norte opulento, una activa discusión en lo que hace el crecimiento económico y sus presuntas bondades. La defensa de proyectos de franco decrecimiento va ganando terreno por momentos en un escenario en que la propuesta en cuestión se hace acompañar de un puñado de aditamentos: la defensa de la vida social frente a la lógica de la propiedad y el consumo, la postulación del reparto del trabajo- una vieja práctica sindical que ha caido en el olvido-la reducción del tamaño de muchas infraestructuras, la primacía de lo local sobre lo global y, en fin, la simplicidad y la sobriedad voluntarias.



Si las discusiones en torno al decrecimiento- un proyecto que acarrea una radical contestación de los catecismos neoliberal y Keynesiano- parecen llamados a ganar terreno, bueno es que dejemos constancia de una percepción que, en lo que respecta a las sociedades del Sur, despunta en muchos movimientos.

Esa percepción sugiere, con inevitable cautela, que ha llegado el mimento de sopesar si dejar a esas sociedades en paz, lejos de las aparentes bondades que procuramos endosarles, no será nuestra mejor contribución a su bienestar. Y es que sobran los datos que señalan que muchos de esos pueblos que calificamos de primitivos y atrasados guardan, como un arcano tesoro, algunas de las llaves que nos permitirán abandonar este triste edificio que habitamos, construidos con los materiales tan lamentables como el consumo desaforado, la explotación, la exclusión y, claro, el desprecio por lo que la naturaleza tuvo a bien regalarnos.

BUENA PRENSA

El diario el PÚBLICO, es de lo poco honrroso que nos queda en la prensa diaria. La prueba, sus árticulos respecto a la recesión económica, ejemplos, son los árticulos que en mi página publico y que me ahorra desarrollar mis propios criterios por pura coincidencia.
El juego perverso del Capitalismo, queda desemascarado y evita la confusión que los demás medios tratan de llevar para defender el Sistema. Para ello dos reseñas, que publicaré con sus titulos originales, el primero: ESPERANDO A LA IZQUIERDA, ( Marco Schwartz ) y el segundo: BELÉM FRENTE A DAVOS, ( Carlos Taibo ).
Nada más, espero que os agrade y que aporteis vuestros puntos de vista.



ESPERANDO A LA IZQUIERDA


Miles de obreros se han declarado en huelga en el Reino Unido. Su lema no es "¡ Proletarios del mundo, unios !", sino " los británicos, primero ". Exigen que se frene la contratación de trabajadores extranjeros con la ilusión de salvar sus propios empleos. La música no es nueva: al asumir el cargo de premier en Junio de 2007, Gordon Brown se comprometió a proporcionar " empleos británicos a los trabajadores británicos ".
En el reciente programa de TVE, " Tengo una pregunta para usted ", en el que intervino el presidente Zapatero, la mayoría de las preguntas eran varíantes-algunas muy dramáticas-del estribillo individualistas "¿Qué hay de lo mio?". Zapatero se esforzó por insuflar aliento a su deprimida audiencia. Proclamó que la economía " no sólo es dinero, también es un estado de ánimo " y, para levantar ese ánimo, exhortó a " consumir ". " Productos españoles ", apostilló días después el ministro Sebastián.
Los dos casos anteriores decepcionarán seguramente a quienes pretenden que la actual crisis conduzca a un replanteamiento profundo del modelo económico y social. La izquierda más institucional se está esforzando por mantener el sistema de protección social y frenar la destrución de puestos de trabajo mediante la ejecución de obra pública. Sin embargo, su objetivo declarado es capear el temporal con el fin de retomar lo antes posible al sistema vigente, si bien con algo más de control en el ámbito financiero. Tras el derrumbe de tres décadas de hegemonía neoliberal, la izquierda moderada se muestra incapaz de articular un discurso novedoso y atractivo, más osado intelectualmente que ese capitalismo dadivoso con los pobres del mundo que predica Jeffrey Sachs y más serio como agitador de conciencias que aquellos periplos de Sting con el indio amazónico.
Que los paladines del liberalismo pidan a gritos la intervención del Estado no significa por si mismo un triunfo de la Socialdemocracia. A lo largo de la historia, los liberales siempre han contado con que el Estado los rescate cuando las cosas le van mal dadas. La inyección de dinero de los contribuyentes a los grandes bancos, que se está desarrollando dentro de un secretísmo indignante, constituye un capítulo más en ese largo historial de ayudas.
Lo mismo sucede con la nacionalización de colegios privados en dificultades anunciada ayer por el Gobierno Británico. Por lo tanto, que no nos vengan con el cuento de que la crisis ya ha provocado cambios sustantivos. Estos están lejos de verse.